Ayer por la tarde Apple puso a disposición de sus clientes la penúltima actualización de su sistema operativo para el iPhone. Con ella, Steve Jobs nos prometió que todos aquéllos que todavía conservábamos nuestro iPhone 3G (¿esperando, quizá, el iPhone 4 blanco?) veríamos como éste resucitaba de las cenizas cual ave Fenix.
Y es que con la llegada del iOS 4.0 hemos visto que, como por arte de magia, un teléfono que una maravilla tecnológica se convería en un auténtico ladrillo. ¿Quién no se ha cabreado al intentar descolgar una llamada y ver que pasan segundos y segundos sin que nuestras acciones en la pantalla sean capaces de descolgarla?
¿Quién no ha querido hacer una foto y se ha tirado 10 segundos esperando a que la dichosa aplicación de la cámara arrancara?